PAUL MORAND Y LA VELOCIDAD
Hoy en día, la diosa de medio mundo es la velocidad.
Santa Velocidad.
Con razón decía Roland Barthes que los coches eran al siglo XX lo que las catedrales góticas al Medioevo.
La velocidad es una especie de mantis religiosa que siempre termina devorando a su amante: el conductor, ese devoto que la idolatra aún más que a su propio coche, su propia vida.
Hoy en día, la gente está obsesionada con desplazarse ya sea por razones laborales o puramente lúdicas
"Hay que asesinar a la velocidad, esa asesina(...)Los motores hacen ruido como las personas que no tienen nada que decir."
."Ya no hay más que viajeros. Un sedentario es un ser original."
"La velocidad es una ruta sembrada de muertos, una sed perpetua que nada sacia, un suplicio omitido por Dante.(...). La velocidad es un corto delirio, más breve que el amor."
Todo esto lo escribió Paul Morand en Le voyage(1970), una indagación sociológica sobre la figura del viajero, pero también una breve historia del turismo y un ensayo filosófico sobre la "vitesse" y su impacto en la civilización de la caravana.
Un coche es algo fálico, otro modo de llegar al orgasmo, de igualar nuestro poder-en vida- con el poder de la muerte.
El verdadero Papa de la juventud se llama Fernando Alonso, y cada circuito de carreras para la Fórmula 1 equivale a una catedral donde la misa es el ruido del motor y el éxtasis divino es la sensación de casi emular a la velocidad de la luz.
EL hombre no parará hasta sentirse más rápido que la luz. Aunque esto suponga un parte de guerra desolador, una epidemia de muertes absurdas.
Dice el filósofo francés Paul Virilio: "La violencia de la velocidad domina el mundo de la técnica pero, como en tiempos de la Esfinge, sigue siendo el principal enigma.(...) El viajero, habitante de los medios de transportes veloces, se vuelve un negador de las dimensiones terrestres."
He aquí una definición exacta para estos terroristas de carretera: un negador de las dimensiones terrestres. Normalmente ricos, son como marqueses de Sade que no pueden saciar su sed satánica de violar, incluso matar en nombre de su Diosa.
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