Mimi Romanelli offre sa mèche de cheveux à Rilke
Este mechón de cabellos no derrama suavemente el perfume arábigo De una hetaira ni el místico aroma De esa joven veneciana que pintó Durero. Mas bien huele a siroco, a hollín y-si cierras los ojos- a jazmines de la Giudecca. Este mechón negro como su vestido de seda, apagado como el topacio de su anillo, será mi dananke : la moneda Con la que pague a Caronte mi travesía final. * Este mechón fue testigo de nuestros besos bajo un puente, Testigo de arrodillarme ante vos justo al atardecer Frente al Palacio Mocenigo para decirte: Yo experimento tu belleza como un niño Al que le narran bellas historias. Testigo de arrodillarme ante una Madonna, Besar la plata votiva de su corazón y decir: Es ella, es Mimi... Sé que hemos vivido solo entre nubes. Sé que hemos bailado solo con la pura musicalidad De esos nombres: Venecia, Santa Maria dei Miracoli, Canaletto... Je vous aime. J' entends des cloches II Para vos yo no era el Doctor Seráfico Ni " 'quel poeta...